Los cuentos de sufís son historias cortas que nos hacen reflexionar mucho sobre la vida y sobre los sucesos de los cuales podemos ser víctimas en cualquier momento de nuestras vidas tales como: la pérdida, el desamor, el engaño, le maltrato, etc… a estos tipos de cuentos los llaman las enseñanzas sufíes.
Vas a leer en voz alta este cuento sufí titulado: EL MOSQUITO Y EL ELEFANTE
Hubo una vez un mosquito conocido por todos por su gran sensibilidad, llamado Namous el
perceptivo. Un buen día, después de haber reflexionado detenidamente sobre su condición,
decidió mudarse, por buenas y suficientes razones. Eligió para ello un lugar eminentemente
apropiado: la oreja de un elefante. Allí transportó por lo tanto todos sus bienes, y se instaló, en
buena y debida forma, en aquella vasta y atractiva morada.
El tiempo pasó y Namous crió a varias generaciones de pequeños mosquitos, a los que envió a
la inmensidad del mundo. Como todos los mosquitos, vivió momentos de euforia y de
ansiedad, de alegría y de dolor, de insatisfacción y de plenitud.
Habiéndose convertido la oreja del elefante en su hogar, se convenció – como siempre sucede
en estos casos – de que existía una relación estrecha entre su vida, su historia, su mismo ser, y
esta hermosa morada. ¡La oreja era tan cálida, tan profunda, tan acogedora, había sido testigo
de tantas experiencias!
Evidentemente, cuando se instaló había cumplido con el conjunto de rituales y obligaciones
exigidos por la situación. Al llegar había declarado sus intenciones con la máxima potencia de
su pequeña voz:
- ¡OH elefante! Sabe que nadie más que yo, Namous el perceptivo, se propone
establecer su morada en este lugar. Como se trata de tu oreja, tal y como exige la
costumbre yo te comunico mi decisión.
Como era de esperar, el elefante no había presentado ninguna objeción: no había oído nada.
Es más, para ser precisos, él nunca percibió la presencia de la imponente familia de mosquitos.
Llegó finalmente el día en el que Namous decidió, tras una larga deliberación, mudarse de
nuevo por razones significativas e irrebatibles. Según la sacrosanta costumbre, preparó una
declaración solemne, que gritó en la oreja del elefante. No habiendo recibido ninguna
respuesta, reiteró su anuncio, aún más fuerte, sin mayor resultado. Intentándolo de nuevo lo
repitió una tercera vez, resuelto a hacer oír, antes de partir, sus imperativas y elocuentes
palabras: “¡OH elefante! Sabe que yo, Namous el perceptivo, me propongo dejar mi hogar y mi
morada, abandonar mi residencia en esta oreja que es tuya, donde he vivido tan largo tiempo.
Esto por motivos importantes y suficientes, de los que estoy dispuesto a rendir cuentas”. Esta
vez, las palabras del mosquito alcanzaron por fin el oído del elefante, que percibió un vago
murmullo y movió su trompa. Feliz de ver al elefante meditando sus palabras, Namous gritó:
- ¿Qué tienes que decir como respuesta a esta noticia? ¿Cuáles son tus sentimientos a
propósito de mi partida?
El animal alzó entonces su enorme cabeza y emitió uno o dos barritos, que Namous aceptó
graciosamente como signo de beneplácito.
Cópialas y Contesta razonadamente (sabes que no me vale un «sí» o un »no». Debes razonar todas tus respuestas) las siguientes preguntas:
- ¿Qué relación mantiene Namous con la oreja del elefante?
- ¿Por qué el elefante no tiene nombre, al contrario que el mosquito?
- ¿El mosquito tiene “buenas y suficientes” razones para mudarse?
- ¿Por qué Namous desea obtener una respuesta del elefante antes de partir?
- ¿El elefante ha respondido a Namous?
- ¿El mosquito y el elefante se comprenden?
- ¿El mosquito necesita al elefante para existir?
- ¿El mosquito toma sus deseos por realidades?
- ¿La vida necesita un sentido para tener valor?
- ¿Por qué hacemos proyectos?
- ¿Por qué pretendemos ser especiales o únicos?
- ¿Qué esperamos de los demás?
- ¿Amarse a uno mismo es importante?
- ¿Podemos reírnos de todo?
- ¿Te pareces más a Namous o al elefante?
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