24 noviembre, 2025

Cuando el poder borra y Dios recuerda

Se suele decir que mientras alguien nos recuerda, seguimos vivos.


Pero… ¿Qué ocurre cuando no es el tiempo quien nos olvida, sino el poder?

Hoy viajamos desde los pasillos del Imperio Romano hasta el sentido más profundo de la Navidad para descubrir algo sorprendente: la historia ha intentado borrar nombres, pero la Navidad hace exactamente lo contrario.

Cuando el olvido no es casual, sino ordenado.

En el mundo romano existió una práctica tan inquietante como sofisticada: la damnatio memoriae , literalmente, “la condena de la memoria”.

No apareció en ninguna ley oficial, pero funcionaba como una sentencia silenciosa:
  • se borraba el nombre de una persona de inscripciones públicas,
  • se destruían sus estatuas,
  • se eliminaban retratos,
  • se fundían monedas,
  • y se reescribía la historia para que nunca hubiera existido.
No bastaba con que el condenado estuviera muerto: su memoria también debía morir.

Irónico, ¿verdad?
Siglos después, seguimos hablando de ellos.


Ejemplos de memoria borrada… que sobrevivió

Algunos nombres que Roma quiso desaparecer:




Domiciano , cuyas estatuas fueron destruidas tras su asesinato.

Cómodo , borrado y luego restaurado para fines políticos.

Geta , eliminado por orden de su propio hermano, Caracalla.













Y si retrocedemos aún más:

Hatshepsut , cuyo nombre fue borrado en templos egipcios.

Akenatón , condenado al olvido tras su reforma religiosa.

Heróstrato , en Grecia, cuyo nombre estaba prohibido pronunciar.





Conclusión histórica:

Roma podía borrar mármol, pero no memoria.

El olvido impuesto nunca triunfó del todo.

¿Qué tiene que ver todo esto con la Navidad?

Más de lo que parece.

La damnatio memoriae intentaba decir: Tu nombre no merece existir .

La Navidad anuncia algo completamente opuesto:

Dios entra en la historia para que nadie quede sin nombre.

El nacimiento de Jesús no ocurre en un palacio, sino en los márgenes:
  • lejos del poder,
  • sin prestigio,
  • sin brillo político,
  • rodeado de personas que no importaban para el Imperio.

Los primeros en recibir la noticia no fueron senadores, sino pastores, la gente sin memoria social.

La Navidad es, en esencia: la anti–damnatio memoriae. Dios recuerda a quien el mundo olvida.

La memoria como acto espiritual.

En la fe cristiana, recordar no es mirar atrás: es reconocer la dignidad de quienes no cuentan.

Por eso Jesús dice en el Evangelio:

Yo los conozco y los llamo por su nombre.

La memoria de Dios no elimina, no borra, no tacha. Restaurante.

Y la Navidad nos lo grita sin palabras:


Ninguna vida es prescindible.

Ninguna historia sobre.

Nadie está fuera del alcance de la luz.



Para pensar
  1. ¿Qué realidades o grupos quedan hoy fuera de la memoria colectiva?
  2. Si la Navidad devolviera visibilidad, ¿a quién tendría que poner en el centro este año?
  3. ¿Por qué recordar es un acto de justicia y no solo de nostalgia?
  4. ¿Qué pequeño gesto tuyo evita que alguien quede invisible?
  5. ¿A quién le aplicarías tú una damnatio memoriae y por qué?

No hay que escribir conclusiones brillantes. Solo mirar diferente.