05 febrero, 2024

Conecta del 5 de febrero

 


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Una cita con la PARCA (II)

No es la muerte de los personajes Disney lo que quería explicaros, si no la manera en la que en 1997 personificó la muerte misma: las Parcas.



Las Parcas eran, en la mitología romana, las personificaciones del destino. Hijas de Júpiter, su madre habría sido la titánide Temis o, según otras versiones, la diosa de la noche Nix.

Las Parcas eran tres mujeres: a veces representadas como jóvenes doncellas; otras, como viejas severas, cuya tarea consistía en escribir el destino de todos, mortales y dioses. Ellas estaban presentes en los nacimiento e hilaban los hilos de la vida, definiendo el porvenir de cada ser humano

El origen de las Parcas se encuentra en la mitología griega, donde se las conocía como las Moiras. Estas eran divinidades relacionadas con los nacimientos, ya que en esos momentos ellas decidían el sino de los recién nacidos, predestinando alegrías, desgracias e incluso la muerte. La vida entera de un ser era determinada mediante un hilo de lana que variaba dependiendo de los momentos felices o los trágicos. La lana blanca o dorada representaba momentos de dicha, mientras que la lana negra se reservaba para los hechos dolorosos.


Las Parcas eran tres:

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Nona, “la que hila”: la más joven, era la primera de las tres Parcas. Ella presidía el momento del nacimiento y el del destino, llevando el ovillo de lana e hilando las hebras de la vida con su rueca, decidiendo el momento del nacimiento de una persona. Se la representaba con una rueca.

Décima, “la que asigna el destino”: la segunda en edad, enrollaba el hilo en un carrete, dirigiendo el curso de la vida y determina el futuro de los seres. Ella es quien decidía el largo del hilo de cada una de las vidas. Su atributo era una pluma o un mundo.

Morta, “la inflexible”: la mayor y la propia Parca, en el sentido estricto del término como lo conocemos hoy. Ella era la responsable de tomar del carrete el hilo de la vida y cortarlo con sus tijeras de oro, determinando el momento de la muerte de los seres. No discriminada edad, status, poder ni nada, pues la muerte nos llega a todos por igual. La balanza y las tijeras eran sus símbolos.

Al igual que las Moiras de la mitología griega, las Parcas romanas se relacionan con el concepto de destino que rige la vida y los acontecimientos, incluso el de los héroes y reyes, como por ejemplo el de Edipo, que inútilmente trató de evitarlo para acabar de todas formas en desgracia. 

Puede que no nos guste la idea de que no controlamos nuestras propias vidas, pero el mito de las Parcas encarna una de las verdades universales que más de un milenio después de los romanos asentaría el célebre poeta francés Jean de la Fontaine:

 “A menudo encontramos nuestro destino 
por los caminos que tomamos para evitarlo”

LA MUERTE EN EL JUDAÍSMO

El judaísmo es la tradición más antigua dentro del grupo abramahico, y predecesor de las otras dos, el cristianismo y el islamismo. A diferencia de otras religiones, el judaísmo no quiere expandirse mediante las misiones, si no que trata de una relación directa entre el individuo y Dios.

La vida tras la muerte en el Judaísmo

La vida tras la muerte en el judaísmo está lleno de imágenes algo confusas, aunque algunas escrituras sagradas hablan del Mundo Venidero (olam ha-ba) En ese nuevo mundo vendría un mesías, a restablecer una vida sagrada. Los rabinos hablan de una resurrección de muertos, que sucederá en esa venida.

El judaísmo cree que suceden tres diversas posibilidades con el alma, una vez fallecido el cuerpo:

  1. El alma espera a la aparición del mesías. Entonces se volverán a unificar los cuerpos con las almas, siempre y cuando superen el Juicio Final.
  2. El alma se queda en el cuerpo hasta que éste sea enterrado, que es cuando mediante un ritual de purificación, el alma se separa del cuerpo.
  3. El alma se pudre con el cuerpo.

Como se puede observar, la aclaración de lo que sucede tras vida, es en el Judaísmo es un tanto nebulosa. Esta religión pone mucha más atención en una serie de preceptos, obligaciones y tareas a seguir durante la vida para sanar así al mundo (tikkum ha-olam). Mediante esta conducta de derecho, se mejoraría la ansiada relación con Dios, y se contaría por lo tanto, con una buena vida y una buena muerte.

El duelo en la tradición judaica

Los duelos judaicos están repletos de rituales, el honrar al fallecido y cuidar de los que están en duelo está incluso reflejado como uno de los principales preceptos judaicos.
No se hace duelo formal cuando el fallecido es un bebé con menos de 30 días, cuando muere un individuo que se ha convertido al judaísmo procedente de otra religión o cuando se ha cometido suicidio, aunque aquí decide el rabino  si las circunstancias emocionales del suicida le hacían no ser consciente de su acto. Tampoco se hace un duelo cuando falta el cadáver, hasta que se le declara fallecido, o cuando este es incinerado o es colocado en un mausoleo en lugar de ser enterrado bajo tierra.

LA MUERTE EN EL CRISTIANISMO

El cristianismo tiene su origen en el judaísmo, que era la religión en la que se crió su fundador, Jesús de Nazaret, lo cual marca en gran medida su futura evolución. 

Dado que también se cree en la venida de un mesías, el Cristo, que fue anunciado por las anteriores escrituras. La segunda venida del Cristo reestablecería el nuevo mundo judaico, olam ha-ba, con resurrección de los muertos y el juicio final, pasos previos para entrar en un universo paraísico.

A diferencia del judaísmo, el cristianismo si que propugna la difusión de sus doctrinas por el mundo, debido a que cuenta la suya como la única auténtica religión.

El sentido de vida cristiano

Los cristianos creemos que mediante la fe en Jesucristo se puede alcanzar una vida eterna, en la cual se reestablecerían los cuerpos y serían recompensados por una vida modélica. Hay algunas contradicciones ya que según las escrituras, no está claro si esta resurrección sucede tras la muerte propia de cada individuo o de forma global ante el juicio final y la segunda venida del mesías.

El sentido de vida cristiano promulga vivir de forma acorde a las enseñanzas de Jesús en esta vida, no ya solo para hacer méritos en aquella otra, si no para atraer y sembrar de bienestar y sentido crístico esta vida actual hasta la venida del Cristo. El sentido central del cristianismo es el de “ama a tu prójimo como Dios te ama a ti”, lo que se traduce en términos latinos como Cáritas, sinónimo de amor al prójimo desde las enseñanzas divinas.
En el cristianismo, a diferencia del judaísmo donde está prohibido, se permite la incineración, ritual que, probablemente debido a los continuos problemas de espacio, está teniendo cada vez más aceptación entre los ambientes cristianos.

Los rituales cristianos

Velatorio: Generalmente en una capilla, actualmente en tanatorios, y antiguamente en los propios hogares del fallecido, donde se mantiene el cuerpo de forma pública, al menos una noche, para que los seres cercanos puedan despedirse. En caso de no ser muerte por accidente donde pudiera quedar el cuerpo estéticamente dañado, se suele conservar el cuerpo en un ataúd con la tapa abierta, para que los familiares puedan verle las facciones y quizá entrar en una comunicación con el difunto de forma intima más directa.

Funeral: El entierro sucede acompasado con un culto religioso, misa funeraria, generalmente en la Iglesia, o a pie de tumba en el cementerio, antes de proceder al entierro en sí. Cuando el ritual es incineratorio, éste se reduce a la misa de funeral.
Las muestras de condolencia se le pueden expresar a los familiares durante el velatorio, durante el entierro o en los momentos posteriores. En los países de cultura germánica, existe el rito de juntarse después los familiares a compartir una comida o una cena en un restaurante público, momento en el cual se entablan conversaciones en torno al fallecido y al futuro de los invitados.

Requiem y Panikhidi

Estos son rituales de duelo que ofrecen respectivamente la iglesia católica apostólica romana y la iglesia ortodoxa.

  • Requiem, en memoria del fallecido se establece un culto religioso llamado Requiem compuesto de la misa tradicional más liturgias de oraciones con peticiones hacia Dios para que acoja con benevolencia al fallecido.
  • Panikhidi, en la Iglesia Ortodoxa se establecen estos ritos funerarios  de culto a los tres, ocho y cuarenta días. Se acompañan estos ritos con Salmos, oraciones e himnos para que acompañen el transitar del alma desde esta vida terrenal hacia el nuevo espacio, tras tres días el alma  es acompañada por un ángel protector, durante los siguientes días comparte espacio con otras almas escogidas y elevadas, antes de que se presente ante un dios en forma de juez.


EL ISLAM Y LA MUERTE

Aunque el islamismo es la forma de religión más joven de las tres occidentales, reclama para sí la singularidad y la originalidad correcta de las religiones monoteístas.

El Islam se fue creado por Mahoma (siglo VI d.C.) que es considerado como el ultimo profeta de una saga de mensajeros divinos, en los cuales aparecen Jesús y Moisés, y cuyo primer eslabón lo regenta Abraham.

Al igual que el cristianismo, el Islam fomenta la divulgación y expansión de sus enseñanzas y prácticas más allá de sus lugares de origen.

Los rituales mortuorios islámicos

Al igual que en el Judaísmo, en esta religión está prohibido todo lo que no sea enterrar bajo tierra al cadáver.

El entierro se lleva a cabo lo antes posible, preferentemente el mismo día del fallecimiento.

El cuerpo será tratado con una limpieza ritualizada. Esta limpieza la llevará acabo o bien un miembro de la familia o un profesional a ello dedicado, pero siempre será alguien del mismo género que el difunto y de religión musulmana. Tras el lavado se envuelve el cuerpo en un paño blanco que no contiene nudos para no impedir que el alma se viera impeditada a salir. Posteriormente se entierra el cuerpo, en ausencia de atadues, se usan los paños blancos mencionados.

La ceremonia

Antes del entierro se lleva a cabo una breve ceremonia donde los amigos y familiares tienen la ocasión de encontrarse y despedirse del fallecido. Suelen usarse para estas ceremonias o bien la mezquita, el cementerio o el instituto funerario. En esta ceremonia se abre el paño para que los familiares puedan ver una vez más la cara del difunto para iniciar la despedida. En este momento para nada se puede tocar el cuerpo o permitir que las lagrimas de los parientes le alcancen porque significaría salir de la pureza para el defenestrado.
Al finalizar la ceremonia el Imán pregunta a las personas congregadas si el difunto era una buena persona, a lo que todos responden afirmativamente, sin condicionar lo que en realidad pudieran sentir. Luego se pasa a oración del muerto, que finaliza con cuatro veces Allahu Akbar, “Alá es grande”. Luego el cuerpo puede ser enterrado.

El enterramiento

Para el enterramiento en sí el cuerpo es envuelto en un paño y llevado por hombres, generalmente familiares, hasta el lugar donde lo depositan bajo tierra. Allí lo colocan según su tradición, ligeramente escorado hacia la derecha, con los ojos hacia La Meca, los pies dirigidos hacia el sur.
Según esta tradición, cuando todos los seres cercanos han abandonado el lugar, unos ángeles levantarían el alma y antes de acompañarlo al descanso le lanzarían cinco preguntas, a modo de prueba final, que este debería responder adecuadamente: ¿Quién es tu Dios? ¿Quién es tu Profeta? ¿Cuál es tu Libro Sagrado? ¿Quién es tu Imán? ¿Cuál es tu Qibla (dirección de oración)?
Si a estas preguntas se responde con Alá, Mahoma, el Corán, el nombre del Imán y La Meca, entonces el alma encontrará su espacio de calma en su sepelio. Pero la creencia popular indica que por estar recién fallecido el cuerpo pudiera estar aturdido y responder erróneamente a estas cuestiones, aun sabiendo las respuestas, por lo cual el Imán se queda un tiempo a solas en el lugar del sepelio, para orientar y guiar al fallecido a una buena muerte en dirección y sentido a las legislaciones islámicas.
Si responde correctamente estas cuestiones, el cuerpo y su alma pueden descansar tranquilamente en la tierra que le acoge hasta el día del Juicio Final, que contiene muchas similitudes al mismo de la religión cristiana. En ese día se reunirá la humanidad, rendirá cuentas por la vida vivida, y se le asignará un plano en la eternidad, que está dividido en siete subplanos, que van desde el más alto elevado paraíso o Dschannah hasta el profundo infierno o Dschahannam.

Rituales de duelo en el Islamismo

Dado que, al igual que el cristianismo, se trata de una religión muy expandida en el mundo, no existen unos rituales de duelo fijados como los que conocemos del Judaísmo. En general se puede afirmar que la mayor parte del peso de este tipo de rituales, recae en las mujeres: modifican en señal de duelo las prendas que visten (en Oriente Medio se cubren de negro, de blanco en el norte de África); las de menor edad visten este luto durante tres mes, las más ancianas hasta un año.
Las mujeres son también las que al tercer, séptimo y cuarentagésimo día de la muerte, elaboran dulces que luego reparten entre el vecindario y la gente de su comunidad, simbolizando así una petición de que éstos le guarden al fallecido en un “dulce recuerdo”.
En el día 40 además se reúne la familia a leer la historia de Mahoma siendo un día muy intenso para los participantes, por lo general cargado de emociones y lágrimas, porque cuentan con la creencia de que ese día el fallecido regresa para estar cerca de ellos y escucharles.
En algunos lugares existe la tradición que unifica el Islam con el Judaísmo, donde en la jornada de aniversario, los seres queridos colocan una piedra en el lugar del sepelio.

LA MUERTE EN EL HINDUISMO

El hinduismo cree que las metas del ser humano se pueden clasificar en las siguientes cuatro categorías:

  1. Kama (alegría): el sentir plenitud a través de los sentidos, la sexualidad y las artes estéticas.
  2. Artha (metas): la búsqueda de la felicidad mediante la obtención de bienes materiales, el conquistar habilidades, como mejora de objetivos personales y familiares.
  3. Dharma (deber moral): enfocarse hacia la justicia, interna y externa, vivir de acuerdo con las leyes divinas propagadas por los diversos textos sagrados y por las enseñanzas de los sabios.
  4. Moksha (liberación): objetivo es alcanzar la liberación de los bienes que representan las tres categorías anteriores, liberarse de los objetivos y deberes mundanos, de los deseos, y más allá liberarse del ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento, samsara.

A través de ésta liberación es cuando el hindú alcanza la meta final de la vida, entrar en la unidad con todo lo que está más allá de esta realidad, que tiene carácter ilusorio. Mediante esa fusión entre su energía divina y la divinidad absoluta consigue liberarse de sus condicionamientos humanos y transcender la muerte, que lleva a la liberación de todo lo que no es. Es así cómo el cuerpo se libera del karma, un sistema que determina las condiciones de la siguiente vida en la que el cuerpo se reencarnaría.

Para liberarse de ese karma, el hinduismo presenta cinco sendas principales, aunque cada una de ella presenta afluentes, variantes y matices más específicos, pudiendo ser compaginadas en parte entre sí:

  1. Bhakti yoga, el camino de la devoción y la oración.
  2. Karma yoga, la senda de la ayuda al otro, de la acción desinteresada.
  3. Hatha yoga, cuadro de ejercicios físicos y espirituales que trabajan el cuerpo como un templo y como forma de oración a lo sagrado.
  4. Jnana yoga, alcanzar estados iluminados mediante el estudio de las escrituras sagradas, mediante una expansión de corte racional.
  5. Raja yoga, el encuentro con lo sagrado mediante la práctica de actitudes y prácticas meditativas.

La reencarnación en el Hinduismo

La enseñanza básica del hinduismo proclama que lo que somos en la actualidad es un resultado de acciones y decisiones tomadas en el pasado, en otras vidas anteriores, por lo cual, las futuras reencarnaciones estarán determinadas por las acciones, conciencia, y presencia con las que actuemos en ésta.
Cuando el concepto de reencarnación está tan afianzado como lo está en el hinduismo, la muerte no representa más que un breve paso intermedio entre una vida y otra. El ciclo de nacimiento, muerte y vuelta a nacer, Samsara, se produce hasta que el alma que habita y transita por entre las diversas reencarnaciones obre méritos para conseguir la ansiada liberación antes citada. Así la muerte no sería ya más un paso transitorio entre dos cuerpos. Y como ésta se produce mediante méritos, el sentido del duelo por un ser querido está asociado a ayudarle a conseguir una nueva vida que le acerque más a la liberación final.

Rituales de duelo en el hinduismo

Al igual que en el Judaísmo, el manejo del cuerpo defenestrado está muy marcado y ritualizado. Es tema de importancia fundamental en la familia, la gestión propia de éstos rituales.

Cuando una persona entra en una fase cercana a fallecer, los seres queridos se mantienen alrededor suyo, rodeando su cama. Cuando la muerte es más inminente, los familiares lo bajan de la cama al suelo a la vez que recitan oraciones sagradas en sánscrito, mantras, y se intenta que el moribundo beba agua del río Ganges, considerado como río sagrado. Cuando fallece es costumbre que las mujeres entren en un trance de desgarramiento mediante gritos de dolor y pena expresadas con vehemencia.

Tras la muerte se procede a los baños sagrados del cuerpo, envueltos en un paño blanco.

Si se trata de un hombre casado, la viuda despoja al cuerpo los signos de matrimonio que llevara el cuerpo, y lo entrega envuelto en un paño ritual a una mujer más joven que lo custodiará, los hijos masculinos se afeitan el pelo de la cabeza, salvo un mechón.

La ceremonia dura doce días, en los cuales la familia duerme en el suelo y solo ingiere comida vegetariana. Durante esos días por la mañana y por la tarde realizan baños rituales, cantos de mantras y visitan al cuerpo envuelto, que espera ser incinerado en una fecha que un sacerdote determine en base a cálculos astrológicos.

En el día de autos, el cuerpo es embalsamado y cubierto de flores, tras lo cual se le acompaña en procesión a un crematorio. Allí, en muchos lugares en ausencia femenina, se coloca el cuerpo sobre la pila funeraria. El sacerdote o el hijo mayor, si lo hubiera inicia el fuego que consumirá lentamente el cadáver junto a la madera, este proceso suele durar varias horas, espacio en el que la familia se queda cerca del fuego, compartiendo, rezando. Una vez convertido en cenizas la mayor parte del cuerpo (los grandes huesos como la cadera son difíciles de calcinar) estos restos se esparcen en un río, predominantemente el Ganges.

Las familias más adineradas ofrecen tras la cremación porciones de comida a gran cantidad de personas necesitadas, para que ese bien ayude a crear un karma más propicio al fallecido