03 marzo, 2025

Los cementerios: Una historia de miedo y modernidad

Once upon a time en el siglo XVIII… Aunque os vaya a hablar de Carletto vamos a seguir en español ¿No os parece?

Imagina que vives en Madrid hace unos 250 años. No hay internet, ni móviles, ni nada de eso. Lo que sí hay es iglesias con cadáveres debajo del suelo.  Sí, has entendido bien: los muertos no estaban en cementerios alejados, sino dentro de los templos, ¡justo donde la gente iba a misa!

Ahora piensa en una calurosa tarde de verano en Madrid. El olor no era precisamente a incienso…

Aquí entra en escena nuestra Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI

En la tradición de la monarquía española, los reyes y las reinas son enterrados en El Escorial, pero solo si son reyes titulares o madres de reyes. Como Bárbara no cumplía con ninguno de estos requisitos, no pudo ser enterrada allí.

Por eso, cuando en 1748 fundó el Convento de las Salesas Reales, decidió que su tumba estaría en ese lugar.

Pero lo realmente importante aquí es que ella ya intuía que los entierros dentro de las iglesias no eran la mejor idea. Su convento tenía un espacio adecuado para su entierro, en un ambiente mucho más preparado para ello que las abarrotadas iglesias madrileñas.

Carlos III: el rey que mandó a los muertos fuera

Unos años después, su cuñado Carlos III subió al trono y vio que el tema de los entierros se le estaba yendo de las manos. Las iglesias apestaban, las enfermedades se propagaban y la gente se moría antes de tiempo.

Así que en 1787 firmó una Real Cédula (algo así como una ley real) que ordenaba que los muertos se enterraran fuera de las ciudades. Así nacieron los cementerios modernos.

Pero… ¡a la gente no le gustó nada!

Al principio, algunas familias enterraban a sus difuntos a escondidas por la noche en las iglesias, como si fuera un desafío de TikTok de la época. Pero al final, la ley se cumplió y los cementerios modernos comenzaron a construirse fuera de las ciudades.

¿Y qué tiene que ver esto con la religión?

En la Iglesia, la muerte es el paso a la vida eterna, pero también hay que cuidar a los vivos. Gracias a Carlos III, hoy los cementerios son lugares organizados, limpios y sin enfermedades.

¡Un rey con visión de futuro y sin miedo a los fantasmas!

Pero...solo os he explicado qué pasó en Madrid. ¿Y en Badajoz?

Cuando Carlos III firmó en 1787 la Real Cédula que obligaba a construir cementerios fuera de las ciudades, en Badajoz se lo tomaron con calma. No fue hasta el siglo XIX cuando el primer cementerio "serio" de la ciudad empezó a funcionar.

📍 El Cementerio de San Juan (o Cementerio Viejo)
Este fue el primer cementerio oficial de Badajoz, fue inaugurado a las dos de la tarde del día 8 de diciembre de 1839. Se ubicó fuera de la ciudad, en el Cerro del Viento. Antes, la gente seguía enterrando a sus muertos en iglesias hasta que se dieron cuenta de que eso traía más enfermedades que bendiciones.


📍 Cementerio de Nuestra Señora de la Soledad (el actual Cementerio Municipal)

Con el crecimiento de la ciudad, el Cementerio de San Juan se quedó pequeño y, en 1983, se inauguró el Cementerio de Nuestra Señora de la Soledad, que es el que sigue en uso hoy. Se encuentra en la carretera de Olivenza y tiene panteones históricos, esculturas funerarias impresionantes y tumbas de personajes ilustres.



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