Os invito a la ópera. Una opera muy particular, Salomé, de la mano de un comunicador también muy particular, Ramón Janer.
El estreno de SALOMÉ en 1905 causó un gran escándalo. Nadie, jamás, se había atrevido escribir una ópera con: celos, pedofilia, necrofilia, incesto y muerte por decapitación.
¿De quién era la cabeza decapitada?
de Juan, el Bautista.
¿Quien era Salomé? En el Nuevo Testamento, Salomé no es mencionada por su nombre; sólo se hace referencia a ella como la hija de Herodías (Marcos 6:22).
¿De qué va la historia?
Salomé ( de Oscar Wilde y Richard Straus) está inspirada en un personaje del Nuevo Testamento que vivió hacia el siglo I de esta era.
Esta princesa judía era hija de Herodías y de Herodes, uno de los hijos de Herodes el Grande. La propia Herodías era nieta de Herodes el Grande.
La danza de Salomé durante el banquete de cumpleaños de su padrastro Herodes, le causó tanto agrado que éste le ofreció cualquier cosa que desease, incluida, si fuese necesaria, la mitad de sus dominios.
Por instigación de Herodías, que deseaba la muerte de Juan el Bautista por haber censurado el matrimonio con el hermanastro de su primer esposo, Salomé exigió la cabeza de Juan, deseo que le fue concedido.
Posteriormente, Salomé contrajo matrimonio con el medio hermano de su padre, el tetrarca Herodes Filipo, gobernante de ciertos territorios de la actual Siria, y más tarde con Aristóbulo, que gobernaba Armenia Menor.
Oscar Wilde tomó parcialmente esta historia y construyó una excelsa reflexión sobre la pasión obsesiva. En contraste con sus comedias, aquí el juego de palabras, siempre sutil y brillante, está al servicio de una historia cargada de erotismo y perversidad.
A diferencia de la historia original, esta Salomé tiene un final trágico. Tras la decapitación de Juan el Bautista (en su versión Jokanaán, el Profeta), la desesperada Salomé besa en la boca al decapitado, quien antes le había negado su reconocimiento.
En medio de ambos, Herodías, la madre, expresa su profundo resentimiento, su culpa y su deseo de venganza.
Finalmente, Herodes, su libidinoso padrastro, ordena a los soldados que maten a la muchacha.